martes, 3 de noviembre de 2015

Amor










Me canse de los falsos amores, de los te quiero incompletos y de las falsas promesas.
El amor nació puro, el humano lo convirtió sombrío.
Nació siendo luz, pero el humano enloqueció de poder, de furia, de celos y una parte de  él quedo opaca y sin color.
Nos convencimos que tenemos que sufrir para poder disfrutar lo bueno.
No tenía que ser así.
Carente de coherencia, el humano se convenció poco a poco, que después de la tormenta viene el arcoíris, porque sin lluvia no sale este resplandor de luz multicolor.
Falta de visión.
El arcoíris sale con el mínimo roció de agua a contra luz. Y el agua no precisamente viene de una tormenta furiosa.
Puede venir de un tempestuoso lago entre las montañas o  del revote de las olas del mar en la arena. Incluso, de la tranquila ducha por las mañanas.
El amor no tiene que doler, pero el humano se convenció, que el amor duele.
Pero no. No es así.
Me canse de suplicar de rodillas con plegarias a seres que sientes más cercanos que las propias personas a tu alrededor.
El amor no es algo que se pide, se suplica o se ruega.
El amor, es amor y punto.
Si se tiene que pedir, no lo es.
Cuantas lágrimas se derraman al año por esta falsa definición que se tiene del mismo.
Y después, poco a poco, simplemente el ser humano se reúsa a volver a sentir amor y le da alexitimia en el corazón.
Me canse de preguntarme si realmente alguien, alguna vez, sentirá ese mismo amor que el corazón sintió.
Si alguien es capaz de jugársela por el alma atrapado del cuerpo que seguramente, se la jugaría por ese ser.
Basura poética cuando se habla fanfarronerías del amor y no es capaz de entregarlo, si no es capaz de entregarse al desnudo y no precisamente físicamente.
Desnudarse delante de alguien, va más allá a lo reducido de quitarse la ropa delante de ojos ajenos a los tuyos.
Desnudarse realmente no se limita a solo prendas en el suelo.
Se refiere a ser quien eres.
Ilustrando tus sueños en los oídos, en los ojos o en las manos de otra persona.
Mostrar la basura que te atormenta. Tus miedos, tu pasado, tu presente y lo peor de ti.
Reír alegre, reír molesto, reír sarcástico, reír llorando, reír nervioso, incluso reír desganado.
Llorar destrozado, llorar emocionado, llorar furioso, llorar de alegría, llorar y no saber porque.
Lo mejor, lo peor y lo que sueles esconder de ti.
Desnudarte es algo tan complejo, hermoso y atemorizante.
Seguramente y viéndolo desde un punto más arquitectónico, el amor se pudiera comparar con realizar una catedral.
Sin embargo, no todas son tan tempestuosas y no por eso les quita lo hermoso.
Me refiero desde el punto, de que cada quien construye su propia catedral a su gusto, medida y tiempo que desee emplear.
Las más fuertes, duraran tanto tiempo en construirse, que probablemente no se viviría para poder ver el trabajo ya culminado, por fin terminado.
Las menos fuertes, probablemente se reduzcan a ser templos que pronto se podrían ver el comienzo como el mismo fin de la construcción.
Lo malo es, cuando se tiene la visión de realizar la más fuerte y hermosa de las catedrales justo en el centro junto a la persona que solo planea construir una capilla a lo lejos del horizonte para resguardar su amor.
Algo no encaja y con justa razón.
Con el tiempo, te das cuenta o en los peores de los casos decides padecer una falsa ciegues.
Vuelves, no vuelves y te das cuenta que de nuevo eres tú, quien está poniendo toda su disposición ante alguien que se queda de brazos cruzados esperando a que vuelvas después de que fuiste tú quien construyo lo mejor para sí.
El peor error del ser humano es quedarse de brazos cruzados cuando sin duda, fue quien cometió el error.
¿Cómo quieres que una mariposa venga al jardín si este esta tan descuidado?
¿Cómo quieres que la semilla florezca, si no te esfuerzas en siquiera regarla?
El amor es algo que se cuida.
No es algo que se olvida.
Es algo que necesita de tu constancia.
El humano recibe el amor que cree merecer.
Por eso, cada que te sientas incompleto por alguien, no es ese alguien, eres tú y tienes que afrontarte.
Amarte, aceptarte y ser feliz por quien eres.
El amor no es convertirse en el prospecto perfecto de alguien. Si no, en ser l prospecto perfecto de ti mismo, ese que tu niño del pasado desearía ser.
Y al ser el prospecto perfecto de ti.
Ante los ojos de alguien más, serás eso mismo.
Las catedrales más famosas no tienen firma, quedaron en anónimo. Sin embargo, embellecieron la ciudad.
Y se tiene una franqueza, de que ninguna seria construida o repetida jamás.
Pues sería un trabajo de toda una vida.
Si se sabe construir el amor vestido de catedral, jamás nadie igualara la fuerza, el entalle y la dedicación que le empleaste.
Y si lo haces realmente bien…
Dejaras una huella imborrable que otros podrán apreciar en un futuro.
Y jamás a nadie se le olvidara que estuviste ahí.