domingo, 9 de agosto de 2015

HAY DOLORES













Y hay dolores que llevamos dentro, quizás por cobardes, por no quererlos sacar.
Y hay dolores muy profundos, que nos causan miedo, que nos causan cansancio.
Hay dolores que los llevamos en el hueso, en el alma, en las entrañas
que nos causan temor, que nos causan intriga.
Hay dolores muy profundos, muy secretos, muy nuestros
que no contamos, que no hablamos, solo pensamos.
Hay dolores que se olvidaron que están justo ahí, hasta que te das cuenta que jamás se fueron.
Esos son los más peligrosos.
Aquellos dolores que por más que lo intentamos, no los sacamos
Y se quedan anclados a ti.
Se ponen cómodos en un rincón, le salen telarañas, se empolvan
pero justo cuando crees que todo está bien, por primera vez, florecen, justo como lo hacen las margaritas, cuando menos te das cuenta ya se hizo un campo de ellas.
Los dolores son perfectamente humanos, nos hacen recordarnos lo miserables que somos
que no somos los reyes, lo sacerdotes, o los gobernantes del mundo
Los dolores nos vuelven salvajes, cavernícolas
Nos vuelven lo que realmente somos.
Nosotros mismos. Si, imperfectos.
Y te das cuenta que no todo es re confortante.
Somos un sentimiento que llevamos en las entrañas, que nos convierte en fantasmas
divagando en la mente, pues los dolores más profundos, ni con pinturas se pueden interpretar.
Gente muriendo lentamente caminando por las calles, gente triste leyendo libros en un café, gente desanimada fumando cigarrillos, gente que es cobarde y nunca lo dice.
Todos, en cierto punto, lo hemos sido o somos.
Vamos por ahí, llendo despacio por la vida, fingiendo que somos un Dios
que todo está bien, que tenemos el mundo bajo nuestro poder, dominantes
sonriéndose a la gente hipócritamente, hablando bien de los demás solo por encajar.
Basura, todo es basura si lo vez desde otro punto
menos poético, más realista.
La gente va tranquila,  fingiendo no tener miedo
Miedo a ser lastimados nuevamente, miedo al fracaso, miedo a no encajar.
Por eso hay más gente triste, que feliz.
Pues el mundo se volvió una etiqueta.
Y es por eso que guardamos los dolores muy dentro, por simple miedo a la etiqueta.
Quieres llorar, llora.
Quieres reír, ríe.
Quieres maldecir, maldice.
Quieres bendecir, bendice.
Quieres gritar, grita.
Pero hazlo.
La etiqueta es sola la basura que la gente invento para encajar en un mundo, que deliberadamente se había creado, originalmente para ser libre.
Los dolores son peldaños en las vidas de los humanos.
Rupturas, fracasos, desamores, muertes.
Los dolores son parte de nosotros, pero no tan parte.
Y es insoportable llevarlos dentro.
Tenemos la alama llena de luz cuando nacemos y solo con la misma convivencia en el lapso del camino se va haciendo más opaca.
Tenemos el alma llena de luz. Pero la vida no podía ser, solo luz.
Tenía que existir la oscuridad.
Y en esa oscuridad la gente se esconde, por miedo a su propio resplandor.
Gente dejando sus sueños por inseguridad a sí mismos.
Gente rompiendo promesas, por miedo a que la contra parte falle.
Gente suprimiendo carcajadas, por miedo a la etiqueta.
Gente alejándose de la persona amada, por simple miedo.
Y es aquí cunado el dolor florece.
Y te desgasta
Y te agobia.
El dolor se crea por ti mismo, y solo tú, eres capaz de sobrellevar eso mismo
Solo tú decides que tanto te afecta, y hasta que tiempo lo hará.
Sin embargo hay que tener bien puestos los pantalones para hacer que este corra y huya de ti.
Fácil no es, pero nada que valga la pena lo será.
Es un efecto colateral de la misma vida. Lo quieres, lucha por él.
El dolor es tan tuyo, que puedes hacer con él lo que sea
Guardarlo, afrontarlo o ignorarlo.
Tú decides.

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