Quisiera regresar al tiempo cuando el corazón no dolía, la
herida no se hacía y la cicatriz no existía.
Donde los tiempos no eran difíciles, donde la vida no pesaba
con cada paso, donde el tiempo no era subestimado. Donde los buenos tiempos se resumían
en juegos donde fingías ser mayor, sin saber realmente que ser mayor, traía
consigo mucho peso y responsabilidad encima.
Quisiera regresar el tiempo y encontrarme con la versión más
pequeña de mí, decirme a la cara que vaya lento, que no hay prisa, que ría más
de lo que recuerdo que reí, que disfrute más de la felicidad sin tanta
mediocridad de mentiras, decepciones y desilusiones. Que vaya lento, pero muy
lento. Que la vida pasa y ni cuenta te das, que el tiempo corre sin importar si
no corres tú también.
Quisiera volver el tiempo y volver a sentir, que es, no
tener el corazón cuarteado o partido por la mitad. Quisiera volver al tiempo, y
sentir de nuevo el corazón latir sin tanta dificultad. Sonreír sin dolor,
hablar sin comer palabras y pensar sin tener que callarlo.
Quisiera regresar al tiempo y tener una larga conversación conmigo
misma. Compartir la sabiduría que sabría, aun no tendría. Advertirle de los
tiempos difíciles a los que sé, se va a enfrentar y decirle cosas que en su
tiempo, me habría sentado bien escuchar. Tomar mi mano y decirle que no se angustié
con uno que otro detalle, que no era para angustiarse. Que todo pasa por algo,
y aunque ese algo, no lo entenderá hasta muchos después, que tome las cosas con
calma. Quisiera poder advertirle del corazón y su función. Quisiera hablarle de
las lluvias que se aproximan para que pueda tomar las cosas con más madures o
para que simplemente, pueda evitar circunstancias que hoy en día, me hacen
escribir.
Quisiera advertirle de los días grises, decirle que, aunque
parezcan interminablemente crueles, se necesitan muchas veces para valorar lo
bueno que tenemos, que no se estanque en eso, que ya pasará, y que en lo que
eso pasa, disfrute también de estar triste aunque cueste un poco.
Quisiera también decirle de los días buenos que se aproximan,
que disfrute de cada uno de ellos. Ya que, aquella frase que dice: “Disfruta tu
día como si fuera el último que tendrás”, es verdad. Porque, aunque puede que
no sea el último. Ese momento, jamás, aunque trates una y otra vez de recrearlo, jamás, se volverá a repetir.
Quisiera regresar el tiempo y decirle que todo estará bien,
porque después de hablar con su “Yo mayor”, sabrá tomar decisiones más
acertadas, menos complicadas y menos dolorosas. Que me tiene a mí, y que juntas
vamos afrontar cada obstáculo que venga.
Y del corazón… Sé que algunas cosas las querrá vivir, pero al menos ya sabrá
que hacer y que evitar.
Quisiera regresar al tiempo cuando el corazón no dolía, la
herida no se hacía y la cicatriz no existía.
Quisiera hablarle de las lluvias que se aproximan para que
pueda tomar las cosas con más madures o para que simplemente, pueda evitar circunstancias
que hoy en día, me hacen escribir.
Pero así es la vida… Como flores.
Llena de colores y temporadas, donde uno se marchita y como
las flores, a veces se necesita de la tormenta, para volver a renacer.